Mientras en Argentina se pone en evidencia cómo la “mano invisible del mercado” solo funciona con la intervención de la “mano dura” del Estado, los crecientes índices de pobreza e indigencia demuestran, una vez más, que una sociedad regida exclusivamente por las leyes del mercado es una utopía, o mejor dicho, una distopía.
Al mismo tiempo, y a pesar de los recortes presupuestarios y la represión, crecen silenciosamente espacios comunitarios que buscan hacer frente a estas problemáticas, ya que las transformaciones necesarias para instaurar una sociedad de mercado no se imponen sobre un cuerpo social inerte. En paralelo, los discursos de odio, los ataques a periodistas, los lesbicidios de Pamela Cobas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos, entre otros hechos aberrantes contra las libertades y la seguridad ciudadana, nos alertan sobre las formas más conservadoras del liberalismo.
En este contexto, algunos conceptos desarrollados por Karl Polanyi para analizar y explicar a la Europa de los años 1930 y el surgimiento del fascismo, se han transformado en una referencia relevante para comprender las transformaciones económicas, sociales y políticas de las últimas décadas frente a la expansión de la globalización neoliberal y los movimientos sociales que se le oponen (Fraser, 2012). En estas breves páginas les propongo repasar sus principales conceptos como punto de partida para el análisis de los efectos de las políticas neoliberales en América Latina hoy.

Aunque se graduó como abogado en la Universidad de Budapest en 1912 con un Doctorado en Leyes (Polanyi-Levitt, 2014), la obra de Karl Polanyi es una lectura obligada para quienes realizan estudios en Antropología e Historia económica y también para los economistas heterodoxos. Esto se debe, en primer lugar, a que el autor subraya la excepcionalidad del capitalismo en la historia de la humanidad. Según Polanyi, todas las sociedades están “limitadas por las condiciones materiales de su existencia” (Polanyi, 2007:77). Sin embargo, aunque las diversas formas de vida humana que han existido a lo largo y ancho del planeta están condicionadas por factores económicos, lo que distingue a las sociedades capitalistas – o “sociedades de mercado” como él las denomina- es que en éstas la economía es el pilar en torno al cual se pretende organizar todo el entramado social.
Por el contrario, Polanyi subraya que las investigaciones históricas y antropológicas dan cuenta de cómo “la economía humana está sumergida por regla general en las relaciones sociales” (Op. Cit: 94). Para el pensador húngaro, la economía no es ámbito separado de las otras esferas de la sociedad, sino que está enraizada, sumergida o incrustada en el tejido social y, por lo tanto, regulada por instituciones de diverso orden. Así su concepto de embeddedness se opone al ideal liberal que postula la autonomía y hegemonía sobre otros órdenes de la vida social como la política, la cultura o la religión.
En su obra clásica La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo, publicada por primera vez en 1944, Polanyi analiza el proceso de ascenso de la economía de mercado en Inglaterra, cuna de la revolución industrial, durante el siglo XIX. Para el autor, la revolución industrial fue acompañada de una “dislocación catastrófica de la vida de la gente común” (Polanyi, 2007:71). El surgimiento del sistema de mercado autorregulado exigía una mercantilización creciente de la sociedad cuya culminación está representada por lo que Polanyi denomina mercancías ficticias: el trabajo humano, la naturaleza y el dinero.
¿Por qué ficticias? Porque si una mercancía se define como aquel bien que se produce para el mercado, ni los seres humanos, ni la naturaleza, ni el dinero han sido creados para ser vendidos. Además, someter totalmente la actividad humana, la naturaleza y un bien de intercambio como el dinero a las leyes de oferta y demanda como a cualquier otra mercancía, equivale a su aniquilación.
No hay duda de que los mercados de mano de obra, tierra y dinero son esenciales para una economía de mercado. Pero ninguna sociedad podrá soportar los efectos de tal sistema de ficciones burdas, ni siquiera por muy breve tiempo (…) (Polanyi, op. Cit: 114).
Los hechos reseñados por Polanyi en La gran transformación evidencian la resistencia social a los cambios que el liberalismo intentaba imponer en la Inglaterra del siglo XIX, particularmente en lo que se refiere a las denominadas mercancías ficticias.
Mientras que los mercados se difundieron por toda la faz del globo y la cantidad de bienes involucrados creció hasta alcanzar proporciones increíbles, una red de medidas y políticas se integraba en instituciones poderosas destinadas a frenar la acción del mercado en relación con la mano de obra, la tierra y el dinero. (Polanyi, 2007: 127)
Este proceso es denominado por Polanyi como de doble movimiento. A medida que los mercados se expandían, las sociedades establecían una red de políticas y medidas destinadas a contrarrestar los efectos sociales de la expansión del liberalismo. El concepto de doble movimiento no refiere a procesos de autocorrección de la economía de mercado, sino una contradicción fundamental entre los requerimientos del liberalismo para su expansión y las posibilidades de reproducción de la vida.
Sin embargo, no todas las respuestas a los excesos del liberalismo fueron democráticas o progresistas. De hecho, Polanyi explica el surgimiento del fascismo como una reacción a los efectos desestabilizadores del liberalismo económico de principios del siglo XX.
Frente a la inseguridad social, la desintegración de las comunidades y el caos económico, los movimientos fascistas ofrecieron un tipo de control social radical, basado en la intervención estatal autoritaria. Sin embargo, este control no tenía como objetivo eliminar el sistema capitalista, sino reorganizarlo para garantizar su funcionamiento, ésta vez, bajo un régimen autoritario.
Al igual que durante los golpes de Estado ocurridos en América del Sur durante la década de 1970, las libertades civiles y políticas eran brutalmente atacadas, mientras se aplicaban reformas económicas profundamente liberales, que desregularon mercados, privatizaron recursos públicos y desmantelaron protecciones sociales. De este modo, volviendo a Polanyi, el fascismo no representa una ruptura con el liberalismo, sino su versión más violenta.
Cuando Polanyi publicó por primera vez La gran transformación, tras la Segunda Guerra Mundial, creía que el modelo de Estado de Bienestar aseguraría finalmente el control social sobre la economía (Polanyi-Levitt, 2014). Sin embargo, poco tiempo después una nueva ola liberal revivió la idea de que el mercado debía ser el principal regulador de las relaciones sociales. Sin ocultar sus agendas, los líderes políticos del liberalismo actual, critican las agendas feministas y ambientalistas, mientras nos proponen la mercantilización de nuestrxs hijxs o nuestros órganos, y abogan por la derogación de leyes en torno a los derechos reproductivos y el divorcio.
En este contexto, los conceptos polanyianos de embeddedness y doble movimiento nos brindan una poderosa herramienta para reconocer dinámicas de resistencia social frente a la expansión del mercado. La pregunta es, sin embargo, ¿qué camino elegiremos para hacerles frente? La historia ya ha dado sus ejemplos, mostrándonos los efectos devastadores de las respuestas autoritarias a las crisis del mercado.
El futuro dependerá de nuestra capacidad para imaginar y crear nuevas utopías donde la economía sea un factor más, pero no el único, en la construcción de sociedades más equitativas, democráticas y sostenibles.