Mientras a Azucena Villaflor le salía la lucha por los poros, su esperanza, de tanto esperar, le quebraba los huesos; Astiz le acercaba la muerte. En ese momento pasaba un avión por el Río de la Plata.
El cielo gris de aquel 29 de septiembre de 1951, predecía el nacimiento del alma oscura y criminal de Ricardo Caballero, que años más tarde se regozijaría con el sufrimiento y la tortura humana. ¿Cómo puede ser que existan adultos torturadores que, alguna vez, fueron niños?
El 22 de abril de 1985, Massera fue condenado a reclusión perpetua en el juicio de las juntas, para luego recuperar su libertad, indultado por Carlos Menem en 1990. Teníamos que llegar al 2010 para ratificar su condena. Pero, ¡qué paradójico es el tiempo! El hombre que se adueñó de vidas, que desechó cuerpos como quien tira un envoltorio de caramelo a la basura, nunca se enteró de su pena. Su cerebro invadido de coágulos le regaló la fortuna de la impunidad.
“Me decían que si había tenido educación católica, cómo podía estar así”, declaró Marta Elena Ríos Barrera, secuestrada el 30 de octubre de 1975. Sí, se nos congela el alma al saber que eso mismo se lo preguntó su torturador, militar que daba el presente todos los domingos en la misa y se sentaba a tomar vino con el sacerdote Aldo Vara.
Fue de tal magnitud el bloqueo mental de la sobreviviente Inés Ramonda, secuestrada a los 18 años, el 21 de abril de 1976, que cuando la pesadilla pasó y pudo volver a su casa, no recordaba ni siquiera dónde vivía su novio, el cual se encuentra desaparecido hasta la actualidad.

La dimensión emotiva en la construcción discursiva recupera de alguna forma las vidas perdidas. Que en realidad no se pierden, perduran en el tiempo, en los días, en los recuerdos. Por eso es necesario detenernos, o por lo menos necesario para mí, en la importancia de escribir, de decir, de poner en palabras lo ocurrido. Contar las historias, gritar las situaciones vividas durante aquella época terrorífica, nos permite transmitir el legado de la memoria, para que nunca más vuelva a suceder.
En este sentido la memoria es, por ejemplo, leer una y otra vez la emotiva ‘Carta abierta de un escritor a la junta militar’1. Hace que respiremos un poco de la resistencia de ese Rodolfo que todos quisiéramos tener dentro nuestro. Es que está dentro nuestro. Él es de esos seres que quedan sellados en la piel de los argentinos. Como las madres. Como las abuelas.
“Que figuras para la historia latinoamericana. La misma línea aquella de Emiliano Zapata de Augusto César Sandino. El Che está ya en el corazón mismo de ellas” o “La Radio de las Madres”. En la continuidad de los luchadores por la libertad de Latinoamérica. El ejemplo de aquellos Bolívar, San Martín, Emiliano Zapata, Augusto Cesar Sandino, Che Guevara. Porque se está abriendo el cielo de nuevo, para dejar pasar el sol”. O la que dice “…del brazo de las madres en primera fila desde la Plaza de Mayo, allí donde Mariano Moreno y Juan José Castelli trajeron la libertad. Ahora van las madres”
(Bayer, 2005)

Mientras Videla daba la orden de ejecutarlos, José estaba tirado junto a su amigo de la infancia y compañero de militancia en uno de los pabellones de la ESMA2. Antes de que quedaran detenidos, todos los fines de semana iban al merendero a darle apoyo escolar a los pibes del barrio. En ese momento, José miró a Pedro, quien apenas podía respirar de las torturas que venía recibiendo desde hace días, y le dijo:
-Quedate tranquilo, hermano, quedate tranquilo. Acá está todo oscuro, pero pensá que allá afuera todos los días nace una flor.
MEMORIA, VERDAD, JUSTICIA. 30.000 COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DESAPARECIDXS, ¡PRESENTE!

“(…) los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”
Charly García
Fuentes Consultadas
Bayer, Osvaldo (2005). “Esto ya es pura poesía”
Walsh, Rodolfo (1972). “Operación Masacre”
Imágenes extraídas de Museo Sitio de Memoria Esma