Relaciones sociales del trabajo en la contemporaneidad (III) La producción de valor y los procesos de automatización

Desde la perspectiva de la economía política el valor que tiene una mercancía se determina por el trabajo socialmente destinado a su producción, es decir, el tiempo de trabajo que se emplea para producir cierto producto o mercancía es la manera en la cual se determina o se mide su valor (1). 

Si tomamos como válida esta premisa debemos considerar que el único ser capaz de crear valor real en el proceso de producción con su trabajo es el ser humano. No es el trabajo maquínico, sino el tiempo de vida socialmente empleado por el hombre o la mujer al trabajo y la producción lo que produce valor. 

Esto tiene una razón de ser económico-filosófica, según George Caffentzis, y es que el humano desde su capacidad creadora e imaginativa es el único ser capaz de oponerse racionalmente a trabajar, algo que las máquinas no pueden.

Ahora bien, si el ser humano es capaz de negarse al trabajo o sumarse a la producción ¿Por qué no lo hace? Una de las razones tiene que ver con la existencia de sistemas sociales que coaccionan al sujeto a trabajar. Estos sistemas sociales que se denominan “sistemas de dominación abstracta”, en este caso los del capitalismo, colocan al trabajador en la única posición donde debe vender de forma voluntaria su fuerza de trabajo para poder subsistir.

Estos principios son inaplicables a las máquinas, en primera instancia porque las máquinas no tienen capacidad creadora o imaginativa, e incluso cuando se habla de “máquinas inteligentes” o “inteligencia artificial”, detrás de estos procesos de aprendizaje, automatización e “inteligencia” sigue habiendo trabajo humano involucrado en su desarrollo y funcionamiento.

La maquinización y la automatización, aunque son parte del mismo proceso de desarrollo tecnológico, son dos conceptos diferentes que no deben confundirse. La maquinización es el proceso mediante el cual se incorporan máquinas para incrementar o facilitar la producción, pero que dependen en gran medida de la intervención humana para cumplir con las funciones a las cuales están destinadas.

Mientras tanto, la automatización hace referencia al uso de máquinas que tienen un mayor nivel de “autonomía” en relación a otras máquinas, y que pueden realizar tareas sin depender directamente de la intervención humana o con una menor supervisión de la misma.

Aunque estas máquinas por más “autónomas” que puedan llegar a ser, no dejan de tener tras de sí trabajo humano en su desarrollo y funcionamiento, y esto aplica de igual forma en los algoritmos usados por las máquinas de inteligencia artificial. 

Es por eso que desde la economía política no sé puede afirmar que las máquinas produzcan “valor” en el proceso productivo, en todo caso agregan, amplifican o transfieren el valor que produce el trabajo humano para la producción de una determinada mercancía. 

En el caso de la automatización de los procesos de producción y con su uso cada vez más generalizado, según la crítica a la economía política, el propio sistema de producción capitalista entra en una contradicción con su propio modo de producción.

Pues por un lado utiliza como unidad de medida el trabajo humano para generar valor en las mercancías y, por otro, promueve la sustitución acelerada del trabajo humano en el proceso productivo por el uso de máquinas cada vez más autónomas que dependen en menor medida de la intervención humana.

¿Economía creativa, capitalismo cognitivo o capitalismo de plataformas?

En este proceso de transformación social acelerada de la contemporaneidad, existen muchas perspectivas desde donde abordar los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que experimenta la sociedad en su conjunto. El neoliberalismo, como hemos visto, promueve un modelo de sociedad e individuo en específico, pero también propone nuevas formas de relacionarse con la economía.

Conceptos como el de “nuevas economías” que en un principio se refería al desarrollo económico y tecnológico impulsado por la masificación de Internet y las grandes industrias tecnológicas, luego se transforma y comienza hacer referencia a la incorporación de algunos elementos en las relaciones económicas y el trabajo tales como los valores ecológicos, inclusión, solidaridad, colaboración, intercambio, etc.

Estas nuevas economías “economía verde, azul, circular, colaborativa, naranja…”, intentan promover la incorporación de algunos nuevos fenómenos en las relaciones económicas de las sociedades contemporáneas, aunque siempre desde el marco del neoliberalismo.

La economía naranja o economía creativa, pretende medir la creación de valor en el mercado económico a través de la creatividad y la innovación, esto generalmente se aplica al ámbito artístico, simbólico y cultural, pero también se vincula a la innovación en los procesos productivos y el desarrollo tecnológico. La forma en la cual se mide este impacto en la economía es mediante el uso de los derechos de autor en la creación de obras artísticas o culturales, y de patentes en los inventos e innovaciones tecnológicas y científicas.

Esto es totalmente coherente con algunas premisas del neoliberalismo, donde a través de creatividad y la innovación, no solo se pueden desarrollar nuevas tecnologías, sino también, crear innovaciones dentro de los procesos productivos para optimizarlos, acelerarlos y transformarlos.

Por otra parte, desde la crítica de la economía política se ha reflexionado sobre las transformaciones en la economía contemporánea ligadas al proceso de desarrollo tecnológico de las últimas décadas. Algunos teóricos desde la corriente del “post-operaismo” han denominado como “capitalismo cognitivo” al proceso según el cual el capitalismo se apropia de los elementos culturales, creativos, del lenguaje, y las emociones de los individuos y la sociedad. 

Otros como Nick Srnicek (2) hablan de “capitalismo de plataformas” para referirse a nuevos procesos de explotación de los individuos y acumulación de capital por parte de nuevos actores en la economía global, como las grandes compañías tecnológicas que se encargan de la extracción y gestión de datos mediante sus plataformas en la web.

Con los datos y la información proporcionada por los usuarios y el uso de máquinas inteligentes, se crean perfiles estadísticos comportamentales de los individuos, para así generar conocimiento de patrones de consumo, gustos personales, tendencias de comportamiento y cierta información psicológica sobre las emociones de las personas ante algunos estímulos. El más claro ejemplo de esto son los botones para expresar emociones en las redes sociales o el uso de emoticones. 

Se habla de extracción, pues por la entrega y gestión de estos datos no existe alguna remuneración hacia quienes proporcionan esta “materia prima” que alimenta los algoritmos y las máquinas inteligentes de estas plataformas y, por ende, el proceso de creación de valor y distribución del mismo a través del salario no existe.

Este modo de proceder y de generar capital por parte de estas compañías (sobre todo las dedicadas a la publicidad), es de algún modo similar a lo definido con el término “economía de la atención” (3), para explicar cómo funciona la publicidad y la producción de capital en el siglo XX en la industria televisiva.

Los usuarios se dedican a consumir contenido y tiempo de publicidad en las plataformas web, y es ese tiempo de atención de las y los usuarios la mercancía que venden y ofrecen a sus clientes estás plataformas. Los clientes no son los usuarios, sino las compañías que pagan por el tiempo y los espacios de publicidad, para mostrar sus productos de forma personalizada según los perfiles creados por los datos de usuarias y usuarios.

Con estos datos no solo se crea una “Big data” y se obtienen perfiles estadísticos de comportamiento de individuos y sociedad, sino que también se puede o se pretende generar influencia en los patrones de consumo, pensamiento y comportamiento de las personas. Es por esta razón que se habla de toda una nueva economía alrededor de la producción, extracción y gestión de los datos.

El neoliberalismo y su subjetividad del trabajo

Los cambios económicos, culturales, sociales y tecnológicos, llevan consigo también un cambio de subjetividad o en todo caso una subjetividad propia, es decir, una manera específica de observar, pensar e interpretar la realidad que nos rodea.

En cuanto a las relaciones económicas y sociales vinculadas al trabajo, como lo hemos reiterado, el neoliberalismo plantea un modelo de sociedad cada vez más desregularizada por el Estado, y sus sujetos ideales son aquellos emprendedores o emprendedoras que se hacen cargo de generar sus propias condiciones de vida y riqueza, y que dependen sólo de sí mismos para lograrlo, es decir, sujetos cada vez más productivos e individualizados.

Esta subjetividad neoliberal contemporánea es muy distinta a la moderna, y si tomamos el modelo de Foucault para explicar el cambio en las estructuras de poder en las sociedades, podemos decir que en la contemporaneidad nos encontramos en un escenario distinto al de las sociedades disciplinarias.

Autores como Gilles Deleuze (4), hablan de “sociedades de control” para referirse a las estructuras de poder que se ejercen en este momento, y que se apoyan en el desarrollo tecnológico para mantener una vigilancia y control constante sobre los individuos.

Los métodos de control y sugestión en estas sociedades se vuelven más sublimes, y además operan de manera permanente y en tiempo real, gracias a los avances tecnológicos que permiten la hiperconexión y la recolección de los datos que se producen a cada instante.

Byung Chul Han, habla de “sociedades de rendimiento” para referirse a las sociedades neoliberales contemporáneas. 

“La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se ha establecido desde hace tiempo otra completamente diferente (…) La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya «sujetos de obediencia», sino «sujetos de rendimiento»” (5)

Según este autor, bajo esta lógica los sujetos de estas sociedades, viven dentro de una paradoja, pues el neoliberalismo no los coacciona de manera directa ofreciéndoles una aparente libertad para poder hacer cualquier cosa que deseen. Pero desde esa propia visión de libertad se generan mecanismos de violencia que los sujetos ejercen en contra de sí mismos, pues lo central de esa existencia individualizada es la producción.

“El sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo. Es un esclavo absoluto, en la medida en que sin amo alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria. No tiene frente a sí un amo que lo obligue a trabajar. El sujeto del rendimiento absolutiza la mera vida y trabaja.” (6)

Por eso este autor asocia las enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad, e incluso el suicidio como padecimientos que tienden a masificarse en este tipo de sociedades, debido a esta paradoja entre libertad y coerción del sujeto. 

La dependencia de sí mismos hace que quienes son trabajadores en este tipo de sociedades hiperproductivas vivan agobiados, deprimidos, cansados y preocupados por un constante hacer y producir. Bajo esta subjetividad la producción y la vida se convierten en lo mismo, y el descanso o la muerte solo pueden verse como un cese de la producción. 

Los cuestionamientos y la violencia no se ejercen en contra del sistema o la sociedad, ya que eso implicaría revolución. Más bien se ejercen en contra de sí mismos, como únicos responsables de crear sus medios de vida, existencia y riqueza.

Referencias

  1. Karl Marx, El capital, Bogotá, Panamericana Editorial, 1997.
  2. Nick Srnicek, Capitalismo de plataformas, Caja Negra Editora, Buenos aires, 2018.
  3. Claudio Celis, “Economía de la atención y visión maquínica: hacia una semiótica asignificante de la imagen” pág 41-53 en Revista Hipertextos, Buenos Aires, junio 2017.
  4. Gilles Deleuze, “Postdata sobre las sociedades de control” pag 115 – 122 en Cristian Ferrer (Compilador), El Lenguaje Arbitrario, Utopía Libertaria, La Plata, 2005.
  5. Byung Chul Han, La sociedad disciplinaria, https://www.bloghemia.com/2020/08/la-sociedad-disciplinaria-por-byung.html 
  6. Byung Chul Han, La explotación de la libertad, 
https://www.bloghemia.com/2021/01/la-explotacion-de-la-libertad-por-byung.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *