Ya se han hecho muchas reseñas de esta maravillosa serie y no es mi intención realizar una más. Una certeza en forma de pregunta me atraviesa ¿por qué las mujeres nos identificamos con esta historia?
Basta decir que la experiencia de Alex parece interpelarnos a todas, desde las situaciones de violencia que vive en su infancia y con su pareja, hasta lo complicado que es salir adelante en medio de una sociedad que minimiza el abuso del que se ha sido víctima. Lloré por lo menos en 6 de 10 capitulos. Ví reflejada mis vivencias y las de muchas mujeres a lo largo de los años. Lo difícil que es romper el ciclo de la violencia, las familias disfuncionales y las pocas oportunidades que tenemos las mujeres para salir adelante.
Veía a Alex y recordaba a la mujer que fuí a los 21 años, cargando a mi hija de clase en clase en la universidad, intentaba estudiar trasnochada para los exámenes y despertaba muy temprano para dejarla en la guardería, luego salía corriendo a dar clases en el primer colegio donde me aceptaron como maestra. Me la pasaba contando el dinero, como Alex, y este se iba en pañales y toallas húmedas. Estaba muy cansada, dormía en las camionetas, bajé de peso porque no me daba tiempo de comer, me hice adicta al café y me sentía muy sola. Nadie comprende la experiencia ajena, y menos la que lleva consigo la maternidad.
Lo sé, la serie no se trata de mí, pero cada escena parecía mostrar un espacio con el que mi memoria se identificaba. Cuán difícil es para una madre soltera ir a la universidad, graduarse. Cuán difícil es para las mujeres derrumbar el ciclo de la violencia. Cuán difícil es para los demás entender lo que significa ser víctima y sobreviviente de violencia machista. Siempre preferimos hacer de la vista gorda y no enfrentar las realidades que nos explotan en la cara.
Mi certeza es simple, esta serie nos cuenta nuestra historia, la historia de las mujeres, tu historia y la mía.