Fronteras reales y simbólicas

Las realidades de las personas migrantes en tiempos de pandemia

Desde siempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.

No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano.

Eduado Galeano

La pandemia de COVID-19 ha producido a nivel mundial la perpetración y recrudecimiento de las desigualdades sociales ya existentes, así como también ha dado lugar a nuevas desigualdades ligadas, por sobre todo, a la población migrante. En este sentido, me propongo abordar las consecuencias del cierre fronterizo y el desigual acceso a la vacuna y al sistema de salud, a partir de una lectura que incorpora como elemento central la perspectiva de géneros. Asimismo, busco develar las nuevas – y no tan nuevas – manifestaciones de racismo y xenofobia que identifican a la persona migrante como un posible sujeto de contagio, ya que no es considerado como miembro legítimo de la comunidad que habita.  

A lo largo de la historia, el continente europeo así como también Estados Unidos, han tendido a cerrar o reforzar sus fronteras basados en pretextos de índole securitista. Actualmente las fronteras se han transformado en una trinchera, discursiva y material, que agudiza el recrudecimiento de los derechos humanos y la deshumanización de las políticas migratorias, ya que se pone en juego el discurso de la seguridad del Estado, en donde existe un elemento externo y peligroso, potencialmente eliminable. 

En contextos de pandemia, el enemigo externo no sólo es el migrante racializado, sino también un virus que se aloja en los cuerpos humanos y que parece legitimar medidas extremas. En esa misma línea, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2020) expone que todo lo reflexionado durante décadas sobre la movilidad humana, los derechos humanos y la posibilidad de migrar en condiciones dignas y justas encuentra en esta pandemia una plataforma de reproducción de lógicas punitivas, vigilantes, de policía médica y control social aplicadas y sostenidas por diversas corrientes políticas e ideológicas en cada país. Asimismo, menciona que la movilidad de los seres humanos se transforma en un peligro para la seguridad nacional, ya que las personas que migran trasladarían patógenos, sean bacterias, parásitos, virus u hongos y que, por ello, los países deben volver a las tesis de reforzar el control militar y policial de sus fronteras para evitar las potenciales enfermedades que trasladan los y las migrantes. Entonces, podemos decir que se ha generado un consenso global para criminalizar, racializar y culpabilizar a las personas migrantes. En palabras del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (2020), la pandemia ha puesto en vigencia las prácticas racistas como síntoma de un profundo problema sistémico, que es un componente clave de la matriz de poder que rige el sistema – mundo moderno colonial. 

Joaquim Tres (2020) referenciando al Banco Interamericano de Desarrollo menciona que los cierres de fronteras representan varios retos: el aumento de la migración clandestina y el riesgo de tráfico de personas; la inmovilización de los migrantes en tránsito que no tienen dónde quedarse; la paralización de las economías fronterizas de las que dependen cientos de miles de personas y la dificultad para el retorno de migrantes que prefieren regresar a su país ante la crisis generada por COVID-19. Estos retos dificultan los controles de salud y aumentan el riesgo de contagio. 

Las migraciones en América Latina han sufrido diversos cambios y se han incrementado en los últimos años previo a la actual pandemia. De todas formas, es necesario mencionar que los y las migrantes ya se encontraban enmarcados/as en procesos de desigualdad social y precarización laboral. En ese sentido, la Organización Internacional del Trabajo (2021) destaca que durante la pandemia las personas migrantes y sus familias, especialmente aquellas que se encuentran en situación migratoria irregular, se han dedicado a trabajos informales y, por lo tanto, enfrentan retos adicionales. Menciona también que muchas personas migrantes están en condiciones de mayor vulnerabilidad ante la pérdida de empleo e ingresos, debido a las condiciones precarias de trabajo y de vida, con acceso limitado a servicios de atención médica.

La crisis sanitaria ha hecho emerger aún más la inmigracion irregular en cada país, dejando como consecuencia a miles de personas sin permisos de residencia y de trabajo. No contar con un respaldo legal migrante indefectiblemente hace que las personas se encuentren por fuera de todos los programas de apoyo a los y las trabajadoras (empleados o autónomos), sin red de ningún tipo y sin la posibilidad de afrontar los costos de los alquileres, quedando expulsados de sus viviendas. Muchas de ellas han emergido y se han convertido en personas sin techo que deben buscar cubrir sus necesidades básicas en comedores sociales, convirtiéndose en los primeros receptores de los acompañamientos de organizaciones sociales. 

En varios países, los y las inmigrantes irregulares tienen denegado o restringido el acceso a la salud pública, por lo tanto su situación en tiempos de pandemia se ha convertido en una amenaza para ellos mismos. Sumando a esto,  se enuncia como una hipótesis probable que, quienes se encuentran en condiciones de irregularidad y por temor a las políticas de deportación, podrían evitar ir a consultar a los servicios de salud ante la presencia de síntomas, agudizando así la desigualdad en la accesibilidad al sistema de salud. Queda expuesto que el virus afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables, entre las que se encuentran los y las migrantes y, de manera muy particular, quienes se encuentran en condición irregular. 

Por su parte, resulta interesante analizar las migraciones y el contexto de pandemia en clave de géneros, potencial crítico para re-pensar el mundo, la sociedad, el desarrollo humano y construir realidades deseables. Según ONU Mujeres (s.f), las mujeres representan casi la mitad de los 244 millones de migrantes y la mitad de los 19,6 millones de personas refugiadas del mundo, en consonancia con la distribución por género de las pirámides poblacionales a nivel mundial. 

Mujeres y niñas migrantes se enfrentan a las mayores vulneraciones en materia de Derechos Humanos y se ven continuamente expuestas a situaciones de violencia, trata, tráfico, secuestros, abusos sexuales y discriminación. Con la llegada del coronavirus, no sólo se mantuvieron sus vulneraciones, sino que quedaron expuestas y agudizadas las desigualdades de géneros. De esta forma, deja en evidencia la importancia de los cuidados y las tareas domésticas, también llamadas tareas de reproducción, tradicionalmente atribuidas a las feminidades. No pocas iniciativas pertenecientes a lo que se conoce como cooperación para el desarrollo propulsaron, en este marco, iniciativas que tuvieron como objetivo paliar el desigual impacto de la pandemia sobre las mujeres. Algunas de sus estrategias buscan equilibrar la carga que éstas asumen en relación con las tareas de reproducción, mencionadas anteriormente, que se ven reflejadas directamente en el sostenimiento cotidiano de la vida. En ese sentido será rico reflexionar interseccionalmente y preguntarnos, ¿cómo paliar la doble desigualdad: ser mujer y ser migrante en un contexto de pandemia?

A modo de reflexión final, queda de manifiesto que las personas migrantes fueron y continúan siendo el sector al que más se le vulneran sus derechos civiles y políticos, con el agravante descrito que suma la pandemia. Son las primeras personas en ser expulsadas de los sistemas estatales que proveen y garantizan asistencia para cubrir las necesidades básicas de subsistencia y, por sobre todo, el derecho y el acceso al sistema de salud. Además de enfrentarse continuamente a múltiples manifestaciones de racismo, discriminación y xenofobia. Será entonces una tarea de la sociedad, pero por sobre todo, de los estados, abordar el debate en torno a las perspectivas y tensiones de la gobernanza en clave migratoria en el marco de la pandemia.


Referencias

  • Carmen González Enríquez, (2020), “La inmigración en los tiempos del virus” en Real Instituto Elcano.  Disponible en http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/demografia+y+poblacion/ari69-2020-gonzalezenriquez-la-inmigracion-en-los-tiempos-del-virus
  • Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (2020), “Los efectos del COVID 19: una oportunidad para reafirmar la centralidad de los derechos humanos de las personas migrantes en el desarrollo sostenible”. Disponible en https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/46353/S2000618_es.pdf
  • Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (2020), “Covid-19, nuevas fronteras y la profundización de la biomedicalización de las migraciones”. Disponible en: https://www.clacso.org/covid-19-nuevas-fronteras-y-la-profundizacion-de-la-biomedicalizacion-de-las-migraciones/
  • Gioconda Herrera, (2021), “Migraciones en pandemia: nuevas y viejas formas de desigualdad”. En Nueva Sociedad. Disponible en: https://nuso.org/articulo/migraciones-en-pandemia-nuevas-y-viejas-formas-de-desigualdad/
  • Joaquim Tres, (2020), “Migrantes y COVID-19: ¿Qué están haciendo los países de América Latina con más migrantes para apoyarlos durante la pandemia? Banco Interamericano de Desarrollo. Diponible en: https://blogs.iadb.org/migracion/es/migrantes-y-covid-19-que-estan-haciendo-los-paises-de-america-latina-con-mas-migrantes-para-apoyarlos-durante-la-pandemia/
  • Onu Mujeres, (s.f), “Mujeres refugiadas y migrantes”. Disponible en: https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-refugees-and-migrants
  • Organización Internacional del Trabajo, (2021), “Crisis por la pandemia agudiza vulnerabilidad laboral de migrantes en América Latina y el Caribe”. Disponible en: https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_778609/lang–es/index.htm

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