Macarena Ferrer es una destacada violinista chilena, multifacética y con muchas experiencias musicales vividas a lo largo de su fructífera carrera. Ha dedicado su vida completa a vivir para la música y disfrutar de ella desde muchos ámbitos. Como violinista, ha tocado como solista obras de gran complejidad técnica y musical y también conoce desde el atril las obras más grandes del repertorio orquestal sinfónico, incluyendo la ópera, ya que su lugar de trabajo, la Orquesta Filarmónica de Santiago se dedica casi al 100% a esta misión.
Entre el violín y la vida misma, desde muy pequeña se encuentra con su propio mundo espiritual, una hermosa aventura hacia lo más profundo de su ser, dónde la disciplina artística y su curiosidad espiritual cohabitan en su interior, dándole a Macarena poderosas herramientas para la Vida.
En esta entrevista, descubro a la violinista, a la mujer, a la artista, al ser humano integral y con gran vocación musical.
Al ver tu biografía, noto que comienza tu interés por el violín desde muy pequeña. Según esto, ¿cómo descubriste el violín y cuando supiste que querías convertirte en violinista profesional?
Siento que el universo me regaló una madre que quería que su primer hijo fuese músico, lo cual ayudó a que la música fuera una prioridad en mi vida. Necesitaba una Madre que me apoyara para comenzar mis estudios a tan temprana edad.
La situación fue bastante causal, ya que a mis tres años, mi mamá ya me había llevado a muchos conciertos y exposiciones artísticas. El violín ya había causado una gran impresión en mi pequeño ser. Luego fuimos a la casa de la cultura en Talcahuano, para inscribirme en clases de Ballet. Estuve varios meses hasta que luego la profesora comenzó a faltar, lo cual permitió que yo pudiera deambular por el espacio, hasta que llegué a una puerta que tenía vidrio de la mitad hacia arriba. Tuve que ponerme en puntillas y sujetarme para poder mirar hacia adentro. Mi corazón saltó en regocijo cuando vi colgados en las paredes, instrumentos grandes y pequeños, cellos, contrabajos y violines. Desde ese momento subía a mirarlos cada vez que podía.
Un día le dije a mi mami que ya no quería estudiar ballet, porque quería estudiar violín.
Mi mamá me preguntó que por qué no elegía otro instrumento, como guitarra, flauta, instrumentos que estuviesen en la casa. Armé un berrinche de tal envergadura, que mi mamá vió dentro de mi y sintió mi necesidad. Necesidad que ella también tuvo cuando pequeña, ya que quería estudiar piano, sin embargo mis abuelos no pudieron comprar un piano, lo cual la llevó a tomar la determinación de que si ella no podía estudiar un instrumento, su primer hijo si sería músico. Yo fui ese primer hijo.
La llegada de mi primer instrumento fue absolutamente mágico y aún tengo guardado en mi memoria, el primer contacto con el violín.
Recuerdo que mis papás me llevaron a mi pieza, y encima de la cama había una caja de madera. Yo los miré con cara de pregunta, y me dijeron que lo abriera.
En ese momento abro esta caja de madera con mucho recelo, para sentir que mi corazón se retuerce en emoción al ver que esa cajita albergaba al instrumento que sería el amor y compañero de toda mi vida. Aún mis ojos se llenan de lágrimas al recordar ese momento.
¿Por qué elegiste EE.UU cómo lugar para perfeccionar tus estudios musicales?
Desde que tengo memoria, cada vez que alguien me preguntaba que quería ser cuando grande, les decía que iría a Estados Unidos.
Esta premonición se cumplió a mis 18 años. Terminé el liceo, quedé en Medicina en la Universidad de Concepción, y al mismo tiempo, Patricio Cobos, me ofrecía una beca para estudiar en Columbus College, que ahora se llama Columbus State University. Tomando en consideración todos los años que llevaba estudiando violín, elegí una vez más el violín y me fui a USA. Estuve 11 años allá, hasta mis estudios de Doctorado en la Universidad de Georgia.
Cuéntame acerca de dos experiencias que marcaron tu etapa de estudiante en EE.UU
Llegar a un nuevo país, en el cual no hablas bien su idioma, es bastante traumático.
Sin embargo, nunca en la vida me había sentido más apoyada. Tuve la gran bendición de haber sido “seudo adoptada” por una familia americana, por dos abuelitos que fueron mis padres durante todos mis años allá (Eleanor y Keith Tilton). Debo decir que esa fue mi primera gran marca, ya que sentí amor desinteresado, de parte de ellos. Fue amor puro.
Elegir una segunda instancia, es difícil, ya que fueron tantas.
Sin embargo, no puedo dejar de nombrar a mi maestro Levon Ambartsumian, con quien estudié siete años.
Mi marca musical proviene de él. Y le estoy eternamente agradecida.
¿ En qué momento decides regresar a Chile para trabajar en la Orquesta Filarmónica de Santiago?
El año 2003, vine a Chile en marzo, y con quien sería luego el padre de mis hijos, salimos por la carretera justo en la hora del atardecer; recuerdo que los colores rosas y morados que se posaban sobre la imponente cordillera, me hicieron reflexionar acerca de mi vida en Estados Unidos. Allá estaba sola y acá tenía mucha gente que me amaba.
Volví en mayo de ese mismo año a Chile, por 6 meses, ya que era lo que me permitía la Green Card, y me terminé quedando.
Trabajé desde el 2003 hasta enero del 2005 en la Sinfónica de Chile y gane un concurso en la Filarmónica, para unirme a sus filas en marzo del año 2005. Aún sigo en La Filarmónica.
Tienes una vida espiritual muy activa. ¿Qué situación o hecho te llevó a elegir este camino?
Siempre tuve una vida espiritual, desde muy pequeña, tuve esa conexión con cosas que no podía explicarme.
Comencé después a los 15 con Hatha Yoga, luego en Estados Unidos seguí con Ashtanga y hace cuatro años, se develó el Kriya Yoga en mi vida.
Pertenezco a la escuela Valores Divinos, guiados por nuestra gurú Mataji Shaktiananda.
Creo que no hubo un hecho, sino que estaba diseñado en mi el reencuentro.
¿Cómo afecta la espiritualidad en la vida de un artista?
Eso depende del grado de consciencia.
Siempre a los artistas, se nos considera como seres muy conectados, que yo creo que en cierta forma la música si nos conecta con algo superior. Pero está en nuestro grado de consciencia el poder desarrollarlo.
Puedo hablar solo de mi propia experiencia. En mi caso, la música para mi tiene una misión.
La música tiene diversas aristas y cada una de ellas es loable si lo desarrollas desde el amor.
Quiero desarrollar un sistema que toque a los niños y jóvenes, que resuene con su propio mundo.
Que lindo ver la entrevista de mi profe y saber más sobre ella, muy bonito y gran trabajo por parte del columnista